martes, 12 de abril de 2011

Summertime


-------- Pero sigo de pie, sintonizando esa voz apaleada y hermosa. Sigo, de pie, a punto de tocar con los nudillos a la puerta de una voz descarriada, una voz sin coro, una voz sola entre camas vacías, grifos con goteras y visitas de seis a ocho. Your daddy's rich/ And your mamma's good lookin'/ So hush little baby/ Don't you cry ¿Qué aspecto tendrá la dueña de esa voz? ¿Qué tan mayor será? ¿La he visto antes? ¿Me ha visto ella a mí? ¿Cómo se llama? ¿Magda, Alicia, Pilar? ¿Tendrá un nombre compuesto? Hasta ahora, lo único que sé de la naturaleza de esa voz es que pertenece a una mujer al otro lado de una puerta. One of these mornings/ You're going to rise up singing/ Then you'll spread your wings/ And you'll take to the sky. Seguí tocando las asperezas de la madera con la yema de los dedos. Frotándolas sin hacer presión, como si esperara la tormenta que tiene que caer sobre Catfish Row.

domingo, 3 de abril de 2011

Almohadas




Un hombre de su estatura jamás podría sentir temor. Y sin embargo, de las personas agolpadas ante aquel semáforo, él era el hombre con más miedo del mundo, alguien incapaz de defenderse de las posibilidades que un medallón de tres bombillas propone, sin clemencia, a las nueve en punto de un lunes sin brillo. Esa mañana se levantó como todas desde hacía un mes, con la sensación de no haber dormido. Llevaba en el dedo índice una tirita quirúrgica abultada por la sangre de un corte profundo. A bordo de una scooter gris plata y vestido con el traje azul marino de levísima raya diplomática, el hombre cuya estatura le impedía, le exigía, le ordenaba, le obligaba a no sentir temor, estaba muerto de miedo.


(...)


*Imagen del artista Félix González-Torres. De la serie Billboards.

viernes, 1 de abril de 2011

Homesick


Hay una presencia en esta casa. Cambia de forma. Se muda de una habitación a otra. Enfría con rapidez el café sobre la lengua quemada mientras los electrodomésticos convierten nuestras voces en un pantano y los ruidos giran a nuestro alrededor con la fuerza de un desagüe. Hay una presencia en esta casa. Tiene el poder de transformar todo cuanto toca: subir el volumen de nuestras voces, engendrar llamas esbeltas, también abrazos cálidos para la sed y la nostalgia. He visto tu mirada perdida mientras el escritorio se incendia, he fumado sin decir palabra luego de las orquídeas se derritiesen de un golpe. He visto el silencio demoledor de los trofeos y las fotografías mientras cavábamos un hoyo con cuencos de cereales. Es ella, esa presencia que vive a veces en los armarios y los arcones, bajo las escaleras, en el chisporroteo del sartén y en el reflejo de nuestros rostros en una cuchara de metal. He visto todo cuanto ella ha hecho de nuestras paredes y corazones cocinados a la brasa. Hay una presencia en esta casa.