Un hombre de su estatura jamás podría sentir temor. Y sin embargo, de las personas agolpadas ante aquel semáforo, él era el hombre con más miedo del mundo, alguien incapaz de defenderse de las posibilidades que un medallón de tres bombillas propone, sin clemencia, a las nueve en punto de un lunes sin brillo. Esa mañana se levantó como todas desde hacía un mes, con la sensación de no haber dormido. Llevaba en el dedo índice una tirita quirúrgica abultada por la sangre de un corte profundo. A bordo de una scooter gris plata y vestido con el traje azul marino de levísima raya diplomática, el hombre cuya estatura le impedía, le exigía, le ordenaba, le obligaba a no sentir temor, estaba muerto de miedo.
(...)
*Imagen del artista Félix González-Torres. De la serie Billboards.
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