Un labio, un accidente en la geografía de ese rostro. Un labio náufrago. Un liso habitante de la barba que crece, como un césped breve, durante el silencio de la noche. Un labio que bate celosías, levanta ventiscas de aliento y alisa contra la suya la piel desordenada de una fruta. Un labio, roto; a solas con el más veloz de la jauría.
viernes, 3 de junio de 2011
Hendidura
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