sábado, 25 de junio de 2011

Persianas

La luz se derrama, ahí, donde quiere. Se mueve a sus anchas sobre la respiración de los durmientes. Cae en picado. Aparta las sombras con ese barrido lento que afecta a las mareas y hace parecer las pieles más blancas y los sueños más profundos. No hay luna suficiente para esto. Y sin embargo, bajo el techo de las cuatro, cierran sus pestañas las alegrías del incendio.

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