lunes, 6 de junio de 2011

Miedo

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A las confituras. Al sonido del viento de lluvia que raspa los ventanales con su ronco silbido. Miedo a los transeúntes que me miran, muertos, desde las páginas apagadas de mis álbumes de fotos. Miedo a la rabia y la amnesia. Miedo a las libretas negras en las que aún no puedo escribir una línea -y mira que lo intento-. Miedo a los perros franceses, las flores y las cuentas bancarias. Miedo los espejos y las básculas. A los amigos de toda la vida. A las pastillas y las pestañas. A las manzanas, los teléfonos y los hospitales. Miedo a la gente que exige la verdad y sus itinerarios. Miedo a esa caja de plata, a esa pequeña cajita de plata en la que no cabrían mis cenizas. Miedo a que no exista una letra más. Miedo a que el próximo avión se marche sin mí. A que mueran los elefantes de sed. A la tranquila certeza de que la vida es así. Que a veces no tiene ventanas. Y que ensaya su cuadrícula de aburrimientos y listas para visitar el súper. Miedo. Mucho miedo. A que la bala salga del sueño y encuentre en la mitad de mi frente un lugar para sembrarse.

1 comentario:

concha dijo...

Miedos que nos marcan, que forjan nuestro ser y nos acompañan la vida entera...sólo hay que mantenerlos en su sitio y aprender a tenerlos como compañeros.